1.000 millones de interés particular.
“Dentro de los proyectos del Gobierno, se incluye el Aeródromo del Suroeste, que aportará un crecimiento de medio punto a la riqueza regional, al alcanzar el 0,6 por ciento del PIB --siendo actualmente del 0,1 por ciento--, mediante la generación de un volumen de negocio de aproximadamente 1.000 millones de euros con las actividades de aviación ejecutiva y escuelas de vuelo.”
“Además este aeródromo, que se ubicará en una parcela situada entre la M-404 y la R-5 en los términos municipales de El Álamo y Navalcarnero, estará rodeado de un importante desarrollo industrial y logístico, que generará actividad económica y un gran número de puestos de trabajo directos e indirectos.”
Ya conocemos cuales son los dos pilares y únicos sobre los que se sustenta el futuro aeropuerto:
- Los beneficios económicos que generará para la región: unos 1.000 millones de euros.
- Por los puestos de trabajo que generará tanto directos como indirectos.
Queda meridianamente claro que en las actuales circunstancias la única argumentación que el gobierno regional aduce es un beneficio económico y más aun en tiempos de crisis, en el cual incide en demasía, pero quedan atrás, abandonados, aquellas propuestas para disfrazar de interés general lo que ya queda demostrado como interés económico, ahora amparados en la Ley de instalaciones aeronáuticas propuesta por la Comunidad de Madrid y la modificación de la Ley de Navegación Aérea promovida por el gobierno del Estado.
Ignoran, como ya es habitual, al ciudadano ajeno en principio a esta infraestructura y dejan en el tintero esas dudas que fueron duras realidades que ya fueron motivo de lucha y tribunales para otras poblaciones que han sufrido las huellas sonoras que el tráfico aéreo airea, hablamos de Algete, Alcalá, Coslada y otros muchos municipios; y me pregunto si estaremos en la misma situación, o sufriremos como Torrejón y veremos y especialmente oiremos como los aviones sobrevuelan nuestras cabezas con nocturnidad y alevosía, infringiendo leyes, negando realidades, y sonoridades según caprichos, ajenos a una Ley, que ahora gracias al gobierno del Estado nos deja más desprotegidos. Tal vez, también me obliguen a vivir encerrado, preso bajo el etiquetado de “servidumbre” con medidas extraordinarias para aislar mi vivienda de unos pequeños ruiditos provenientes de aviones monomotores casi silenciosos —palabras de D. Baltasar Santos, alcalde de Navalcarnero— logrando la conquista de la hermeticidad para un hogar, aislado del mundo incluso en verano.
Y no puedo dejar de preguntarme como un efebo ávido de conocimiento y curioso ante un silencio sigiloso y meditado que circula y circunda cada calle y cada rincón de mi pueblo y también a sus gentes un por qué, un:
¿Por qué no hablan de los perjuicios para una población que nunca ha tenido aeropuerto?
¿Por qué no dejan que sean los propios vecinos quienes decidan si quieren o no una infraestructura que modificará de arriba a abajo la fisonomía y la vida social de esos pueblos?
¿Por qué no dicen que el futuro aeropuerto, tendrá una operatividad de 234.000 operaciones diarias como mínimo?
¿Por qué ocultan que será un aeropuerto, el segundo de Madrid y muy probablemente el tercero de España?
¿Por qué no dicen que será el refugio para compañías de bajo coste?
¿Por qué no dicen que será también el auxilio de Barajas?
¿Por qué tendremos que soportar el ruido continuo cuando vivíamos en paz?
¿Por qué debo empeorar mi calidad de vida para aumentar un PIB que será traducido en una subida de impuestos?
¿Por qué debo soportar un aeropuerto que viene impuesto tiránicamente y mi ayuntamiento de Navalcarnero, mas pobre que una puta en cuaresma cede dignidades arqueando un cuerpo para mostrar posaderas despojadas de emperejiladas vestimentas con vergonzantes faltriqueras, para capricho y regocijo de intereses mayores salvando así su situación económica?
¿Por qué debemos aceptar sufrimientos, pérdida de calidad de vida, devaluación de mis bienes mobiliarios a causa de la intemperancia patológica de quienes nos dirigen?
“Dentro de los proyectos del Gobierno, se incluye el Aeródromo del Suroeste, que aportará un crecimiento de medio punto a la riqueza regional, al alcanzar el 0,6 por ciento del PIB --siendo actualmente del 0,1 por ciento--, mediante la generación de un volumen de negocio de aproximadamente 1.000 millones de euros con las actividades de aviación ejecutiva y escuelas de vuelo.”
“Además este aeródromo, que se ubicará en una parcela situada entre la M-404 y la R-5 en los términos municipales de El Álamo y Navalcarnero, estará rodeado de un importante desarrollo industrial y logístico, que generará actividad económica y un gran número de puestos de trabajo directos e indirectos.”
Ya conocemos cuales son los dos pilares y únicos sobre los que se sustenta el futuro aeropuerto:
- Los beneficios económicos que generará para la región: unos 1.000 millones de euros.
- Por los puestos de trabajo que generará tanto directos como indirectos.
Queda meridianamente claro que en las actuales circunstancias la única argumentación que el gobierno regional aduce es un beneficio económico y más aun en tiempos de crisis, en el cual incide en demasía, pero quedan atrás, abandonados, aquellas propuestas para disfrazar de interés general lo que ya queda demostrado como interés económico, ahora amparados en la Ley de instalaciones aeronáuticas propuesta por la Comunidad de Madrid y la modificación de la Ley de Navegación Aérea promovida por el gobierno del Estado.
Ignoran, como ya es habitual, al ciudadano ajeno en principio a esta infraestructura y dejan en el tintero esas dudas que fueron duras realidades que ya fueron motivo de lucha y tribunales para otras poblaciones que han sufrido las huellas sonoras que el tráfico aéreo airea, hablamos de Algete, Alcalá, Coslada y otros muchos municipios; y me pregunto si estaremos en la misma situación, o sufriremos como Torrejón y veremos y especialmente oiremos como los aviones sobrevuelan nuestras cabezas con nocturnidad y alevosía, infringiendo leyes, negando realidades, y sonoridades según caprichos, ajenos a una Ley, que ahora gracias al gobierno del Estado nos deja más desprotegidos. Tal vez, también me obliguen a vivir encerrado, preso bajo el etiquetado de “servidumbre” con medidas extraordinarias para aislar mi vivienda de unos pequeños ruiditos provenientes de aviones monomotores casi silenciosos —palabras de D. Baltasar Santos, alcalde de Navalcarnero— logrando la conquista de la hermeticidad para un hogar, aislado del mundo incluso en verano.
Y no puedo dejar de preguntarme como un efebo ávido de conocimiento y curioso ante un silencio sigiloso y meditado que circula y circunda cada calle y cada rincón de mi pueblo y también a sus gentes un por qué, un:
¿Por qué no hablan de los perjuicios para una población que nunca ha tenido aeropuerto?
¿Por qué no dejan que sean los propios vecinos quienes decidan si quieren o no una infraestructura que modificará de arriba a abajo la fisonomía y la vida social de esos pueblos?
¿Por qué no dicen que el futuro aeropuerto, tendrá una operatividad de 234.000 operaciones diarias como mínimo?
¿Por qué ocultan que será un aeropuerto, el segundo de Madrid y muy probablemente el tercero de España?
¿Por qué no dicen que será el refugio para compañías de bajo coste?
¿Por qué no dicen que será también el auxilio de Barajas?
¿Por qué tendremos que soportar el ruido continuo cuando vivíamos en paz?
¿Por qué debo empeorar mi calidad de vida para aumentar un PIB que será traducido en una subida de impuestos?
¿Por qué debo soportar un aeropuerto que viene impuesto tiránicamente y mi ayuntamiento de Navalcarnero, mas pobre que una puta en cuaresma cede dignidades arqueando un cuerpo para mostrar posaderas despojadas de emperejiladas vestimentas con vergonzantes faltriqueras, para capricho y regocijo de intereses mayores salvando así su situación económica?
¿Por qué debemos aceptar sufrimientos, pérdida de calidad de vida, devaluación de mis bienes mobiliarios a causa de la intemperancia patológica de quienes nos dirigen?
El embegido dezidor.
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