LA HURA DEL COBARDE.
Ya han sido muchas las palabras bautizadas de letras que han quedado fijadas en estos y otros papeles que vuelan a veces sin control por entre los hogares con alguna que otra tímida lectura.
Ya han sido muchas las palabras bautizadas de letras que han quedado fijadas en estos y otros papeles que vuelan a veces sin control por entre los hogares con alguna que otra tímida lectura.
El aeropuerto, del cual poco se ha escrito, especialmente en los medios locales y menos se ha dicho, se convertirá en tema principal de nuestro convivir. Manifiesta claramente, eso sí, desde el ostracismo con el que desde las instancias políticas de quienes nos representan nos conceden cada día, los modos y maneras de quienes nos gobiernan y de quienes ¿aspiran a hacerlo?
El PSOE de Navalcarnero nunca ha dicho nada sobre este asunto, ni una pequeña línea en su boletín propagandístico, muy al contrario ha hecho muy suyo el dicho de: “en boca cerrada no entran moscas”. Muchos dirigimos las miradas hacia ellos, con la esperanza de recibir ese primer apoyo o aliento contra esa diantre infraestructura.
Desgraciadamente la realidad esperada, tal vez por ser soñada, obtuvo como respuesta la más increíble: el silencio. Se ha impuesto en Navalcarnero la hura del cobarde.
-Para unos –PSOE- consiste en esperar acontecimientos, mancillando su propio poder de decisión demostrando más que nunca la mordaza que desde las filas centrales se les impone perdiendo toda capacidad de respuesta, firme y decidida. Carroñera actitud podríamos definir para quien espera desde la hura del cobarde, escrutando con alevosía, la rentabilidad electoral o de partido en términos siempre de beneficios dejando que sean otros, en este caso los propios vecinos agrupados –algunos- a la plataforma “No al aeropuerto” curiosamente integrada entre otras por algunas agrupaciones socialistas, quienes inicien una lucha por lo que consideran una ignominia.
-Para otros –PP- acatar mansamente y sumisamente las directrices impuestas que desde las instancias erigidas en los pedestales de la insolencia llegan hasta quienes, con el poder en este pueblo, explayan su particular salmodia, sin concesiones a la duda, desempolvando un pútrido discurso para defender lo que ni siquiera ha sido estudiado, lejos siquiera de acoger en sus mansos pensamientos el titubeo que azogue en sus ralas neuronas chispas de una preocupación ante tal ejercicio desmesurado de imaginería en el que han convertido un aeropuerto en aeródromo.
Ya son muchas las críticas realizadas por este ínfimo proceder pero ya se sabe que los políticos son individuos en su mayoría anclados en un pasado, que lo proyectan sobre un futuro irreal, cuya realidad es una pantomima del presente.
Amdyaz.
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