NAVALCARNERO: LOS LIMITADOS BENEFICIOS ECONÓMICOS DE NUESTRO AEROPUERTO.
Un aeropuerto, como ya he repetido en numerosas ocasiones nos concederá entre los “grandes beneficios”: problemas de salud, respiratorios, alérgicos y patologías diversas de carácter nervioso. Aumentarán los riesgos laborales que son fuente de accidentes, y por tanto una pérdida de productividad al disminuir el número de horas trabajadas por causas relacionadas directamente o indirectamente por el ruido.
Sabemos, que el aeropuerto supone para el lugar donde se instala una pérdida de terreno productivo y un deterioro del mismo, que se ve especialmente reflejado en los cultivos.
Supondrá una desaparición de negocios más o menos arraigados en el pueblo, negocios que tendrán que cambiar de actividad, en muchos casos para la que no están preparados. Además les puede suponer un cambio de lugar de dicha actividad, ya que el núcleo comercial se verá desplazado hacia el lugar de implantación de dicha infraestructura.
Un aeropuerto también produce un encarecimiento de la vida, de modo que los supuestos beneficios (palabra tan exaltada por los alcaldes de los municipios afectados, incluido Navalcarnero), beneficios que nunca serán económicos para una población que deberá aprender a convivir con estos aparatos poco sociables y siempre indeseables como vecinos, y que añadirá un escalón más a la en muchos casos maltrechas economías, pues ahora al suponerse que somos más ricos (así es como ellos lo dicen para convencer) pagaremos más. Como contrapartida, para compensar este más que probable desajuste, nuestro Ayuntamiento no nos reducirá la carga impositiva, ni tendremos subvenciones para insonorizar nuestros hogares, nos traerá más obras y nos venderá como propaganda electoral el nuevo ambulatorio prometido que no acaba de nacer ¿tal vez por falta de liquidez económica? Que tendremos por fin, gracias al aeropuerto. Y digo yo, ¿No necesitarán el aeropuerto como agua de mayo para sanear una desmedida inversión en edificios estrambóticos y “monumentos” realizados por prestigiosos artistas, que han colado a este pueblo lo que no han podido colar en otros lugares? (lo digo, por la fealdad de la que arrogantemente presumen).
La política del bienestar, la política de la calidad de vida, ha cambiado, o se debe entender de otra manera, ahora, que cada vecino sufra lo que pueda, y si no puede pues que emigre, claro que una infraestructura de este tipo, nunca revaloriza los inmuebles, es la política de la ganancia por la ganancia.
Sabemos, que cuando un gobierno apoya un desarrollo y lo somete a audiencia pública, es inútil, esto es sólo una excusa para ocultar una decisión tomada. Lo sabemos, pero también el pueblo puede y debe ser hoy más que nunca el cortafuegos para esta o nuevas imposiciones, no podemos ser el sofá sobre el que se sienten los traseros de nuestros gobernantes, no podemos ser la cama donde nos… .
Un aeropuerto, como ya he repetido en numerosas ocasiones nos concederá entre los “grandes beneficios”: problemas de salud, respiratorios, alérgicos y patologías diversas de carácter nervioso. Aumentarán los riesgos laborales que son fuente de accidentes, y por tanto una pérdida de productividad al disminuir el número de horas trabajadas por causas relacionadas directamente o indirectamente por el ruido.
Sabemos, que el aeropuerto supone para el lugar donde se instala una pérdida de terreno productivo y un deterioro del mismo, que se ve especialmente reflejado en los cultivos.
Supondrá una desaparición de negocios más o menos arraigados en el pueblo, negocios que tendrán que cambiar de actividad, en muchos casos para la que no están preparados. Además les puede suponer un cambio de lugar de dicha actividad, ya que el núcleo comercial se verá desplazado hacia el lugar de implantación de dicha infraestructura.
Un aeropuerto también produce un encarecimiento de la vida, de modo que los supuestos beneficios (palabra tan exaltada por los alcaldes de los municipios afectados, incluido Navalcarnero), beneficios que nunca serán económicos para una población que deberá aprender a convivir con estos aparatos poco sociables y siempre indeseables como vecinos, y que añadirá un escalón más a la en muchos casos maltrechas economías, pues ahora al suponerse que somos más ricos (así es como ellos lo dicen para convencer) pagaremos más. Como contrapartida, para compensar este más que probable desajuste, nuestro Ayuntamiento no nos reducirá la carga impositiva, ni tendremos subvenciones para insonorizar nuestros hogares, nos traerá más obras y nos venderá como propaganda electoral el nuevo ambulatorio prometido que no acaba de nacer ¿tal vez por falta de liquidez económica? Que tendremos por fin, gracias al aeropuerto. Y digo yo, ¿No necesitarán el aeropuerto como agua de mayo para sanear una desmedida inversión en edificios estrambóticos y “monumentos” realizados por prestigiosos artistas, que han colado a este pueblo lo que no han podido colar en otros lugares? (lo digo, por la fealdad de la que arrogantemente presumen).
La política del bienestar, la política de la calidad de vida, ha cambiado, o se debe entender de otra manera, ahora, que cada vecino sufra lo que pueda, y si no puede pues que emigre, claro que una infraestructura de este tipo, nunca revaloriza los inmuebles, es la política de la ganancia por la ganancia.
Sabemos, que cuando un gobierno apoya un desarrollo y lo somete a audiencia pública, es inútil, esto es sólo una excusa para ocultar una decisión tomada. Lo sabemos, pero también el pueblo puede y debe ser hoy más que nunca el cortafuegos para esta o nuevas imposiciones, no podemos ser el sofá sobre el que se sienten los traseros de nuestros gobernantes, no podemos ser la cama donde nos… .
Debemos ser nosotros, los habitantes de estas poblaciones, que somos en definitiva quienes las construimos día a día, quienes debemos demostrarles y ahora, que no puede haber más imposiciones, Cárcel, terrenos de pueblo que donados por vecinos han sido vendidos para único provecho de un Ayuntamiento, Pgou, y ahora aeropuerto, ¿Cuánto más debe aguantar en este caso particularmente Navalcarnero?
Somos nosotros quienes debemos demostrar que las imposiciones no serán gratuitas, y que esta no es práctica, ni mucho menos democrática. No pueden presumir de demócratas aquellos que gobiernan poblaciones con imposiciones o quienes las toleran sin consultar a su pueblo, al pueblo que representan.
Somos nosotros quienes debemos demostrar que las imposiciones no serán gratuitas, y que esta no es práctica, ni mucho menos democrática. No pueden presumir de demócratas aquellos que gobiernan poblaciones con imposiciones o quienes las toleran sin consultar a su pueblo, al pueblo que representan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario