Cansados ya de superfluos discursos y veladas intenciones, siembre grabadas en papel mojado, cinco vecinos, integrados en la plataforma contra el ruido de la aviación, creada en Algete, deciden luchar contra el sin vivir que sin desearlo les cae cada día del cielo.
Han cursado sus respectivas denuncias adscritos dentro de la asociación ANAITA (Asociación Nacional de Afectados por el Impacto del Tráfico Aéreo), logrando que la sentencia del Tribunal de Justicia Superior de Madrid les sea favorable y obligando a todo un aeropuerto de Barajas a reducir su actividad en una de las pistas en un 50% , poniendo de rodillas a todo un ministerio de fomento con el ministro Pepe Blanco a la cabeza, que desde su asiento ministerial, observa cómo el pequeño puede resistir e incluso vencer al gigante, cómo la lucha por las libertades y los derechos fundamentales legítimos de sus conciudadanos sientan base para una contienda contra la arbitrariedad y el capricho de dirigentes: comunitarios, municipales y de otros estamentos por imponer en sus territorios un aeropuerto, en algunos casos como ocurre con el de Navalcarnero – El Álamo, travestido de aeródromo.
Resulta curioso comprobar cómo las localidades, que no precisamente están cerca de los aeropuertos, protestan por lo que el ruido viola sus intimidades y aquellas a las que se les va a imponer y que lo acogerán en plazos más tempranos que lejanos -pongo el ejemplo de Navalcarnero -siguen confirmando la despreocupación ante esta ignominia. ¿Seremos tan inconscientes que mientras las protestas y denuncias se suceden sin remisión en toda España, en poblaciones cercanas a los aeropuertos o afectadas por los ruidos que provocan las autovías aéreas Navalcarnero lo acoja en silencio?
La falta de información intencionada, que desde las autoridades locales se ignora a conciencia no incluyendo en sus informaciones y periódicos el estado actual y el desarrollo de los pertinentes estudios sustentan a la ignorancia como fuente del seguro triunfo del proyecto, incluso, en un centrifugado de su conciencia, la sentenciarán como la liberación del individuo. ¿Por qué darle más motivos de preocupación al ciudadano? -pensarán.
La poca inquietud es el síntoma inequívoco del buen funcionamiento de las estructuras de control y administración de información de los poderes, que con generosidad, juegan a la contra información con sofismas, creando alarmas sociales, como la destrucción de empleo, para encubrir voluntades e intereses ajenos a la población a la que representan. El acomodo es la enfermedad en pleno desarrollo. Más que actuar, opinar, se guarda pleitesía, la necesidad de creer es más fuerte que la necesidad de saber y es esta creencia el disimulo de la verdad a nosotros mismos la que nos conduce en muchos de los casos a convertirnos en gregarios y en otros, en voluntariosos ignorantes. Los políticos saben muy bien que el principal enemigo del hombre habita dentro de él mismo, antiguamente era la ignorancia y actualmente es la mentira.
Han cursado sus respectivas denuncias adscritos dentro de la asociación ANAITA (Asociación Nacional de Afectados por el Impacto del Tráfico Aéreo), logrando que la sentencia del Tribunal de Justicia Superior de Madrid les sea favorable y obligando a todo un aeropuerto de Barajas a reducir su actividad en una de las pistas en un 50% , poniendo de rodillas a todo un ministerio de fomento con el ministro Pepe Blanco a la cabeza, que desde su asiento ministerial, observa cómo el pequeño puede resistir e incluso vencer al gigante, cómo la lucha por las libertades y los derechos fundamentales legítimos de sus conciudadanos sientan base para una contienda contra la arbitrariedad y el capricho de dirigentes: comunitarios, municipales y de otros estamentos por imponer en sus territorios un aeropuerto, en algunos casos como ocurre con el de Navalcarnero – El Álamo, travestido de aeródromo.
Resulta curioso comprobar cómo las localidades, que no precisamente están cerca de los aeropuertos, protestan por lo que el ruido viola sus intimidades y aquellas a las que se les va a imponer y que lo acogerán en plazos más tempranos que lejanos -pongo el ejemplo de Navalcarnero -siguen confirmando la despreocupación ante esta ignominia. ¿Seremos tan inconscientes que mientras las protestas y denuncias se suceden sin remisión en toda España, en poblaciones cercanas a los aeropuertos o afectadas por los ruidos que provocan las autovías aéreas Navalcarnero lo acoja en silencio?
La falta de información intencionada, que desde las autoridades locales se ignora a conciencia no incluyendo en sus informaciones y periódicos el estado actual y el desarrollo de los pertinentes estudios sustentan a la ignorancia como fuente del seguro triunfo del proyecto, incluso, en un centrifugado de su conciencia, la sentenciarán como la liberación del individuo. ¿Por qué darle más motivos de preocupación al ciudadano? -pensarán.
La poca inquietud es el síntoma inequívoco del buen funcionamiento de las estructuras de control y administración de información de los poderes, que con generosidad, juegan a la contra información con sofismas, creando alarmas sociales, como la destrucción de empleo, para encubrir voluntades e intereses ajenos a la población a la que representan. El acomodo es la enfermedad en pleno desarrollo. Más que actuar, opinar, se guarda pleitesía, la necesidad de creer es más fuerte que la necesidad de saber y es esta creencia el disimulo de la verdad a nosotros mismos la que nos conduce en muchos de los casos a convertirnos en gregarios y en otros, en voluntariosos ignorantes. Los políticos saben muy bien que el principal enemigo del hombre habita dentro de él mismo, antiguamente era la ignorancia y actualmente es la mentira.
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