Foto extraída del Crónica de Navalcarnero. Octubre 2008.
Triste noticia es la agresión sufrida por la escultura “El arrastre”. Produce pena una vez más comprobar que la protesta, la opinión y la argumentación se traducen en agresión. Esto, lo único que produce es repugnancia, sólo puede demostrar la inoperancia cerebral de quienes actúan de este modo deslegitimando a aquellos que desde una posición más racional por razonable están en contra del maltrato a los animales.
En primer lugar, esta agresión atribuida a los anti-taurinos, no genera una corriente de opinión a favor o en contra del maltrato a los animales, ni siquiera una corriente de opinión a favor o en contra de la fiesta nacional, pues son dos cosas muy diferentes que no quedan del todo claro, por falta de una explicación que estos individuos el día de la agresión no han dado por no conocer.
No puedo saber, ignorancia la mía, basándome en hechos objetivos, desconociendo siempre la cara, oculta, desde luego, de quien realizó tal valentía, si tan valerosa hazaña está en contra de la violencia gratuita a los animales, si está en contra de la fiesta de los toros, si está en contra de la escultura en sí, si es una agresión a un patrimonio cultural que es de todos y por tanto a la cultura en sí, o por qué no decirlo, si simplemente es que la escultura le molestaba en su camino o en su diaria vistosidad… en fin, no me ha quedado muy cristalino.
Por tanto, es difícil, convencer con la utilización de una única neurona agotada (es probable que no existan más) por tan descomunal esfuerzo a una población, que la practica de la lidia es una agresión a los animales, algo que por otro lado, todos sabemos, incluso aquellos que defienden dicha lidia, solo que estos, argumentan dicha practica, adornándola de poesía y romanticismo, además de lo que llaman arte y de la propia “liturgia” taurina.
Estos valerosos ilustres defensores de no sabemos qué, deberían dedicar un tiempo posiblemente abundante en preguntarse: ¿ puede alguien erigirse en defensor de los derechos de los animales si no es capaz de respetar los derechos de sus iguales? ¿Puede tener credibilidad quien lesiona una escultura que por tal, atenta contra una manifestación cultural, y contra el arte que desde su autor, la escultura emana, por el simple hecho de la labor necesitada? ¿Puede tener credibilidad, quien quiere imponer sus propios sentimientos e “ideales” utilizando técnicas fascistas?
Me gustaría saber, si han estado el día de la inauguración de dicha escultura protestando con sus pancartas contra la fiesta taurina. No los hemos visto por los alrededores de la plaza en las sucesivas corridas manifestándose, pacíficamente claro, contra dicho festejo. Por tanto ¿Alguien puede simplemente pensar que este “meritosa” ignominia pueda resultar minúsculamente provechosa?
El respeto es el principio básico de una convivencia, no pueden exigir quienes no saben dar, por lo que aquellos que alguna vez hemos protestado contra estos festejos pedimos, el respeto a quienes acuden y sienten la fiesta, pues solo a través de un convencimiento llegaremos a terminar con determinados actos de violencia gratuita a los animales y que abandonen estas prácticas que no benefician nada a la causa que pretenden defender y que atentan también contra la libertad de quienes ajenos a la lidia gustan de disfrutar de una bella escultura.
En primer lugar, esta agresión atribuida a los anti-taurinos, no genera una corriente de opinión a favor o en contra del maltrato a los animales, ni siquiera una corriente de opinión a favor o en contra de la fiesta nacional, pues son dos cosas muy diferentes que no quedan del todo claro, por falta de una explicación que estos individuos el día de la agresión no han dado por no conocer.
No puedo saber, ignorancia la mía, basándome en hechos objetivos, desconociendo siempre la cara, oculta, desde luego, de quien realizó tal valentía, si tan valerosa hazaña está en contra de la violencia gratuita a los animales, si está en contra de la fiesta de los toros, si está en contra de la escultura en sí, si es una agresión a un patrimonio cultural que es de todos y por tanto a la cultura en sí, o por qué no decirlo, si simplemente es que la escultura le molestaba en su camino o en su diaria vistosidad… en fin, no me ha quedado muy cristalino.
Por tanto, es difícil, convencer con la utilización de una única neurona agotada (es probable que no existan más) por tan descomunal esfuerzo a una población, que la practica de la lidia es una agresión a los animales, algo que por otro lado, todos sabemos, incluso aquellos que defienden dicha lidia, solo que estos, argumentan dicha practica, adornándola de poesía y romanticismo, además de lo que llaman arte y de la propia “liturgia” taurina.
Estos valerosos ilustres defensores de no sabemos qué, deberían dedicar un tiempo posiblemente abundante en preguntarse: ¿ puede alguien erigirse en defensor de los derechos de los animales si no es capaz de respetar los derechos de sus iguales? ¿Puede tener credibilidad quien lesiona una escultura que por tal, atenta contra una manifestación cultural, y contra el arte que desde su autor, la escultura emana, por el simple hecho de la labor necesitada? ¿Puede tener credibilidad, quien quiere imponer sus propios sentimientos e “ideales” utilizando técnicas fascistas?
Me gustaría saber, si han estado el día de la inauguración de dicha escultura protestando con sus pancartas contra la fiesta taurina. No los hemos visto por los alrededores de la plaza en las sucesivas corridas manifestándose, pacíficamente claro, contra dicho festejo. Por tanto ¿Alguien puede simplemente pensar que este “meritosa” ignominia pueda resultar minúsculamente provechosa?
El respeto es el principio básico de una convivencia, no pueden exigir quienes no saben dar, por lo que aquellos que alguna vez hemos protestado contra estos festejos pedimos, el respeto a quienes acuden y sienten la fiesta, pues solo a través de un convencimiento llegaremos a terminar con determinados actos de violencia gratuita a los animales y que abandonen estas prácticas que no benefician nada a la causa que pretenden defender y que atentan también contra la libertad de quienes ajenos a la lidia gustan de disfrutar de una bella escultura.
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